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Confieso que cuando asistía a las clases de Derecho Penal impartidas por un Catedrático bienintencionado, bigotudo, trajeado, calvo y de gruesas lentes, poco espacio quedaba para la imaginación del mas calenturiento de los alumnos. Además las únicas dosis de picardía didáctica eran las ofrecidas en las explicaciones de Derecho Canónico relativas al impedimento de impotencia. Sin embargo, he recibido una sentencia de un Juzgado de lo Contencioso-administrativo cuyos datos de identificación mantendré reservados, y que versa sobre un sorprendente incidente. El caso absolutamente real tuvo lugar durante unas clases de Derecho penal en la Facultad de Derecho, en las que el profesor invita a los alumnos a escenificar una violación para explicar el delito junto con el estado de necesidad y la legítima defensa. En la escena intervenía una alumna como víctima, otro como atacante y un tercero que intenta impedirla.
Pues bien, la alumna en el papel de víctima plantea un recurso contencioso-administrativo frente al archivo de la denuncia por parte del Rector en el que pedía se sancionase al profesor ya que califica lo sucedido de “fantasía sexista y machista que sale de la cabeza de este profesor (…) que se ha aprovechado de la impunidad que le da su condición de profesor de Derecho Penal para recrear sus ideas y fantasías sexistas y denigrar un derecho tan fundamental como es la dignidad de la persona y, en este caso, también mi dignidad como mujer”.
1. El juez desestima el recurso bajo las siguientes ideas claves:
a) Los hechos no parecen revestir gravedad ya que ninguno de los restantes alumnos, hombres y mujeres, los percibieron como ofensivos o denigrantes. No hay prueba o indicio de conducta sancionable
b) La sanción a un profesor no es una medida trivial sino que impone una mínima base razonable y objetiva de los hechos y circunstancias.
c) La percepción subjetiva de agravio no puede convertirse en norma e imponerse a los demás pues el Ordenamiento Jurídico opera con estándares de conducta objetivos.
d) La enseñanza del Derecho Penal propicia la formulación de ejemplos, e incluso su “dramatización” asignando “papeles” a los alumnos, técnica que se utiliza, por ejemplo, en la Escuela Judicial.
e) Se cumplió con las exigencias de toda denuncia, pues fue oído el profesor y la Delegación de Alumnos y se emitió informe jurídico.
Nada que objetar frente a este impecable razonamiento judicial, aunque es inevitable una reflexión personal.
2. De entrada, bienvenido sea el método didáctico práctico ya que una imagen vale por mil palabras, aunque me parece un exceso de mal gusto escenificar algo que evidentemente puede herir la sensibilidad de muchas personas ( y un profesor debía tener especial cuidado…¿o al explicar el homicidio tumultuario apagará la luz y todos en la clase la emprenderán a puñadas?). No seré yo quien bendiga la necesidad de una escenificación teatral para explicar el delito de violación, que me parece innecesaria y de tinte circense. Además, tengo la personal intuición de que la conflictiva situación se debió prestar a un cruel choteo general, pues todos sabemos la conducta gregaria e insensible de los alumnos ante una situación así escenificada, y además no descarto que el profesor vertiera alguna “ocurrencia” para alborozo general. Penoso. No tengo pruebas pero suele funcionarme bastante bien la intuición retrospectiva a la vista del resultado. Solo así me explico que la alumna sufriese tal irritación y empecinamiento en que se reprochase disciplinariamente la conducta del profesor.
3. Dicho esto, y ahora bajo la perspectiva de la presunción de inocencia del profesor, en la hipótesis de que hubiera propiciado tal situación con nobleza y despojada de elementos hirientes, sería durísimo que tal esfuerzo didáctico y sin dobles intenciones le llevase a verse envuelto en tamaña invectiva de denuncias, con recurso contencioso-administrativo incluido. Y es que, al igual que en el ámbito penal “la pena de banquillo” la sufre el imputado durante la instrucción aunque luego salga absuelto, en el ámbito disciplinario “la invisible sanción del cotilleo” acompaña a todo expedientado aunque luego se archive el expediente. No olvidemos que la Universidad es una colmena y el zumbido de alumnos y profesores puede hacerse insoportable.
4. En mis tiempos los alumnos universitarios éramos dóciles corderos frente a un temible lobo con galones de catedrático. Me pregunto si actualmente los profesores son corderos frente a una manada de lobos. Quizás ni lo uno ni lo otro.
Lo cierto es que creo percibir una atmósfera de “sexismo en libertad vigilada” en la Universidad. Y quede claro, que el sexismo debe quedar fuera de las aulas universitarias y que los comportamientos de prepotencia machista por parte de profesores anclados en la prehistoria deben ser erradicados con firmeza ( igual que desterrarse aquéllos vergonzosos prejuicios desde algunas Cátedras de carreras técnicas hacia las alumnas), pero ello no impide que el movimiento pendular de “lo correcto” nos esté llevando a un escenario de tintes cuasiridículos.
Al fin y al cabo, si un profesor no emplea un lenguaje que de forma maquinal aluda a “alumnos y alumnas”, o “imputados e imputadas” ( o incluso el chirriante “reo” y “rea”) no se libra del baldón de machista; si aprueba mas alumnos que alumnas, alguien dirá que incumple la ley de paridad; si ilustra sus explicaciones con chistes políticamente incorrectos, alguien le tildará de fascista; si tutea y trata a los alumnos como compadres, alguien le calificará de ridículo progre trasnochado; si en plena clase se sube la cremallera “ a media asta” puede ser interpretado como incitación estilo Torrente, el brazo tonto de la ley … penal; si en cambio, opta por dejársela sin subir… ni te cuento la reacción; si habla en voz baja es porque muestra tono de bisbiseador reprimido; si habla con voz potente demuestre prepotencia; si no mira a los ojos de las alumnas es porque algo oculta el miserable; si las mira a los ojos es porque quiere demostrar su poderío de gorila macho, etc,etc. De hecho, conozco profesores universitarios que jamás reciben a las alumnas que acuden a tutorías o para consultar con la puerta del despacho cerrada ( no quieren estar expuestos a situaciones incómodas, sospechas o posibles malentendidos). En fin, al igual que decía el Cardenal Richeliu aquello de “Dadme unas líneas escritas por un hombre y encontraré motivo para hacerlo ahorcar”, mostradme dos minutos de un profesor en el estrado y encontraré motivos para lapidarlo socialmente…
5. Aunque de situaciones incómodas ningún colectivo se libra, y no solo para evitar acusaciones de actuaciones sexistas. Además parece que la cosa va por modas. El colectivo tradicionalmente mas acusado de vejaciones es el policial. Ultimamente los medios de comunicación nos inundan de noticias sobre denuncias de pacientes a médicos por acoso sexual al tiempo de una exploración o consulta que proliferan enormemente ( ¿Realidad, moda, leyenda urbana?). Algún día le tocará incluso a los jueces, aunque afortunadamente la toga, la solemnidad del proceso y la presencia de un Secretario Judicial parecen eficaces antídotos frente a situaciones equívocas. Así y todo, no está lejos aquél caso del año 2007 tan asombroso como repudiable del juez de Oklahoma que se masturbaba en las vistas judiciales (usaba una bomba de pene al vacío durante los juicios para solazarse) y que fue condenado a cuatro años de prisión por delito de exposición indecente.